Por: Rev. Pastor William Porras, coordinador IRI-San José del Guaviare
A pocos días del inicio de las deliberaciones de la COP 16, la Conferencia de los Estados Parte del Convenio sobre Diversidad Biológica, la expectativa internacional es palpable. Este tratado, ratificado hasta ahora por 196 países, representa un compromiso colectivo para implementar estrategias clave que aseguren la conservación de la biodiversidad global. Entre sus objetivos destacan la creación de áreas protegidas, la conservación y restauración de ecosistemas degradados, la protección de especies amenazadas, y el reconocimiento y respeto de los conocimientos tradicionales de las comunidades indígenas y locales.
Los países firmantes han establecido una visión ambiciosa: construir un mundo que, en los próximos 25 años, viva en armonía con la naturaleza, deteniendo la extinción de especies y promoviendo un uso sostenible de los recursos biológicos. Este compromiso resuena en un contexto mundial donde la pérdida de biodiversidad y la crisis climática están entrelazadas, y donde las decisiones que se tomen hoy impactarán las generaciones futuras.
¿Qué es la biodiversidad y por qué es urgente preservarla?
La biodiversidad, o diversidad biológica, abarca la variedad de formas de vida en la Tierra: desde plantas y animales, hasta microorganismos y hongos. Pero la biodiversidad no solo se refiere a la diversidad de especies, sino también a la variabilidad genética dentro de cada una de ellas, la variedad de ecosistemas y los procesos ecológicos que sostienen la vida en nuestro planeta.
Este concepto es fundamental para el equilibrio del planeta y el bienestar humano. La biodiversidad provee servicios esenciales: la polinización de cultivos, la regulación del clima, la purificación del agua y la formación de suelos fértiles. También garantiza la seguridad alimentaria a través de una vasta variedad de especies cultivadas y silvestres. Además, muchas medicinas que utilizamos hoy en día provienen de compuestos encontrados en plantas y otros organismos, lo que resalta la importancia de preservar esta riqueza biológica.
Los ecosistemas diversos son también más resilientes ante los cambios ambientales, lo que es crucial en un mundo cada vez más afectado por el cambio climático. Además, la biodiversidad tiene un valor espiritual y cultural, profundamente arraigado en diversas tradiciones religiosas y creencias. Las religiones a menudo ven la naturaleza como una manifestación de lo divino, y los pueblos indígenas han mantenido una conexión íntima con el mundo natural, desarrollando un profundo conocimiento sobre las propiedades de las plantas, animales y ecosistemas. Estos saberes tradicionales, que se transmiten de generación en generación, son fundamentales para la conservación de la biodiversidad.
De hecho, las tierras indígenas legalmente reconocidas presentan tasas de deforestación de dos a tres veces más bajas que otras áreas similares no registradas. Los pueblos indígenas juegan un papel esencial en la gestión sostenible de los bosques tropicales, contribuyendo de manera significativa, aunque a menudo no reconocida, a la mitigación del cambio climático.
La amenaza de la deforestación
Sin embargo, la diversidad biológica está gravemente amenazada por la deforestación, que destruye vastos ecosistemas, fragmenta los bosques e interrumpe los corredores ecológicos necesarios para la supervivencia de muchas especies. La pérdida de hábitat acelera la extinción de especies vulnerables y afecta a cultivos esenciales que dependen de la polinización de insectos como las abejas.
Colombia, anfitriona de la COP 16, enfrenta el desafío y la oportunidad de liderar con el ejemplo. Este país, uno de los más biodiversos del mundo, tiene una responsabilidad global en la protección de su riqueza biológica. La interconexión entre biodiversidad, cambio climático y desarrollo sostenible no puede ser ignorada. La deforestación, que amenaza estos tres pilares, debe ser detenida.
Para que los objetivos globales de biodiversidad sean alcanzables, es imprescindible que Colombia y el resto de la comunidad internacional tomen medidas decisivas para frenar la destrucción de los bosques y la pérdida de hábitat. El gobierno colombiano tiene la responsabilidad de incluir en su nuevo plan nacional de protección de la diversidad biológica estrategias ambiciosas y metas concretas para detener la deforestación. En este contexto, la protección y restauración de los biomas amazónicos deben ser objetivos emblemáticos de dicho plan, enviando un mensaje claro: la biodiversidad no puede protegerse sin combatir la deforestación.
La COP 16 representa una oportunidad histórica para que los países ratificantes actúen con urgencia, coherencia y compromiso. Solo a través de acciones colectivas y decididas podremos asegurar un futuro donde la naturaleza y la humanidad convivan en equilibrio.