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La Sabana y la Amazonia, un vínculo de sostenibilidad

Como resultado del proceso de incidencia con organizaciones del sector empresarial, IRI-Colombia y la Cámara de Comercio de Bogotá realizaron un seminario web dirigido a empresarios y comerciantes, con el fin de reflexionar sobre la importancia de proteger los bosques tropicales amazónicos para asegurar las actividades agropecuarias de la Sabana de Bogotá y el bienestar de la zona central del país.

Los ríos Caquetá y Putumayo atraviesan el país de occidente a oriente y recorren miles de kilómetros hasta desembocar en el río Amazonas, en Brasil. Aunque son considerados dos de los afluentes más importantes de la región amazónica, nacen en el Macizo colombiano, ubicado en la región Andina, donde también tienen origen las cordilleras central y occidental.

A pesar de tener marcadas diferencias geológicas, biológicas y climáticas, estas dos regiones poseen una relación vital. Con el propósito de visibilizar la importancia de la interconexión de estas dos regiones, el pasado 8 de mayo la Iniciativa Interreligiosa para los Bosques Tropicales, en alianza con la Cámara de Comercio de Bogotá, realizó el seminario virtual “La Sabana y la Amazonia: un vínculo de sostenibilidad”.

Casi 50 comerciantes agrícolas y agroindustriales de la Sabana de Bogotá acudieron al encuentro, resultado del proceso de incidencia que IRI-Colombia desarrolla desde el año pasado, creando espacios de trabajo colaborativo con el sector privado.

El seminario buscaba abordar el papel fundamental de la Amazonia en la sostenibilidad no solo ambiental sino también socioeconómica de la región central del país. Así mismo, reflexionar sobre la importancia de detener la deforestación en la Amazonia, restaurar su diversidad biológica y asegurar la conectividad entre ambas zonas, como condiciones necesarias para asegurar la sostenibilidad de las actividades agropecuarias de la Sabana de Bogotá.

“Esta es una gran oportunidad para crear sinergias entre la política de sostenibilidad de la Cámara y los objetivos misionales de IRI-Colombia, que hallan un punto de encuentro en temas como los derechos humanos, la acción climática y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), señaló la coordinadora de la Iniciativa, Blanca Lucía Echeverry, quien moderó el seminario.

A su vez, el coordinador de Productividad y Sostenibilidad de la Cámara de Comercio de Bogotá, Frederick Archila Carabali, aseguró que “IRI-Colombia es nuestro principal aliado en materia de impacto ambiental”.

La jornada pedagógica contó con la presencia de María Daniela Pulido Osorio, Liven Fernando Martínez y Santiago Roberto Duque, académicos expertos en biodiversidad, cambio climático y limnología amazónica, respectivamente.

Los Cerros de Mavicure, en Inírida, son parte del Escudo Guayanés, una formación geológica de más de 1.000 millones de años. Foto: Wikipedia.

Durante tres horas los científicos hicieron un recorrido desde la formación geológica de Amazonia colombiana y su incidencia en las características morfológicas, hidrológicas y biológicas de la región, hasta el impacto de la deforestación y el cambio climático, y las dinámicas hidrológicas que le permiten llevar agua hasta el centro del país y el sur del continente.

“La Amazonia se formó gracias a los diferentes movimientos de la corteza terrestre desde hace 225 millones de años –cuando solo existía un continente, la Pangea– hasta la aparición de los continentes que conocemos hoy en día”, explicó María Daniela Pulido, ingeniería ambiental, magíster en ingeniería y gestión ambiental.

En la conferencia “Qué es la Amazonia”, la experta en biodiversidad se refirió a cómo la dinámica del movimiento de las placas tectónicas a lo largo de miles de millones de años dieron origen a la Cordillera de los Andes y la Amazonia, e incidieron en la conformación y las dinámicas de su sistema hídrico, en su estructura geográfica y biológica, y en las condiciones biogeoclimáticas de este bioma. 

“Al aparecer la Cordillera de los Andes, al occidente del continente, el vapor de agua que entra desde el Océano Atlántico golpea contra sus formaciones rocosas. Esto hace que los vientos pasen por encima de la cordillera, pero la precipitación quede en la llanura de la Amazonia. Gracias a esta dinámica se da su condición climática de bosque húmedo tropical”, agregó la académica, docente de la Fundación Universitaria Navarra.

Sin vegetación no hay vida

“Las emisiones de diferentes tipos de gases, como el dióxido de carbono, el metano y otras moléculas que causan el efecto invernadero, son capturadas por las plantas y árboles”, señaló Liven Fernando Martínez, quien ofreció una conferencia sobre la relación entre la deforestación y el cambio climático.

El ingeniero agrónomo, magíster en Medio Ambiente, Ph.D. en Turismo, Economía y Gestión abordó el crucial papel que cumplen los bosques tropicales en la conservación de la biodiversidad, la regulación hídrica y la fijación del carbono.

El científico resaltó la importancia de los bosques tropicales amazónicos al realizar este proceso de forma masiva. Se calcula que retienen en su biomasa alrededor de 138 millones de toneladas de carbono, capturado a través de la fotosíntesis.

“La existencia de la vegetación es imprescindible en este proceso. Sin ella no hay fotosíntesis y, por ende, su producción de estructuras básicas como aminoácidos y proteínas, las cuales pueden formar otras más complejas como tejidos, órganos, sistemas, individuos, etc.”, agregó el académico.

Así mismo, el investigador del grupo de Evaluación del Impacto Ambiental del Instituto de Estudios Ambientales de la Universidad Nacional se refirió a las causas de la deforestación, como la expansión de las vías, la ganadería, la agroindustria, la extracción de madera, los cultivos ilícitos, la minería y la potrerización. “También tendríamos que reflexionar sobre cuál es nuestra contribución a estas actividades, como resultado de nuestras dinámicas de consumo”, subrayó.

Empujada por los vientos alisios, la humedad en forma de nubes viaja hasta la Cordillera de los Andes, donde cae como precipitación. Foto: Freepik.

La Amazonia, fuente de agua para el continente

“El agua no es un recurso infinito. Aunque tenemos un planeta azul, menos del 1 % de la masa líquida o sólida –en el caso de los casquetes glaciares y polares– está disponible para el consumo  humano”, apuntó el biólogo y magister en Biología, Santiago Duque, quien ofreció la conferencia “Los ‘ríos voladores’ y el ciclo virtuoso del agua: su relación con la sostenibilidad de la Sabana”.

En su ponencia, el experto en limnología amazónica abordó la caracterización y distribución del recurso hídrico de la Amazonia; las dinámicas de los patrones de lluvias y variabilidad climática en la región; y el origen y funcionamiento de los ‘ríos voladores’.

De acuerdo con el científico, debido a su posición en la zona ecuatorial, Colombia está ubicada en la zona de convergencia intertropical, donde confluyen los vientos alisios del hemisferio norte y del hemisferio sur -los del Norte son más fuertes al final y comienzo del año, y los del Sur a mitad del año–, que mueven la franja de nubes.

Este movimiento determina los patrones de lluvia y las condiciones climáticas de todo el territorio colombiano. Sin embargo, aclara, para que llueva debe haber humedad en la atmósfera. Esta proviene de los océanos y la evapotranspiración de las plantas, es decir, de la expulsión de vapor de agua que ocurre como resultado del proceso de fotosíntesis.

“Durante todo el año el gran bioma amazónico, de más de 7 millones de kilómetros cuadrados de extensión, libera ingentes cantidades de humedad a la atmósfera, las cuales alimentan los ‘ríos voladores’”, resaltó el académico de la Universidad Nacional (sede Leticia), refiriéndose a este fenómeno hidrológico, gracias al cual la selva amazónica provee de agua a buena parte de Sudamérica.

Simulación del flujo diurno de humedad en la Amazonia desarrollada por la científica Francina Domínguez, hidroclimatóloga y profesora de la Universidad de Illinois Urbana-Champaign.

Los ‘ríos voladores’ son resultado de un proceso complejo en el que, debido a los cambios de presión en las altitudes de la atmósfera, la Amazonia actúa una ‘bomba’ que absorbe la humedad del océano Atlántico, para luego liberarla de nuevo y, ayudada por los vientos alisios, transportarla hasta la cordillera andina y el sur del continente.

Este flujo aéreo de agua depende de una ‘maquinaria’ específica: el bosque amazónico. “Sólo funciona si la floresta está en pie, pero no la floresta reforestada, sino la prístina, de árboles de gran porte y de gran edad, que tienen la capacidad de liberar más de 1.000 litros al día”, puntualizó Santiago Duque.

La lluvia que cae en los páramos, donde nacen los ríos que alimentan el Chingaza, representa más del 70% del agua consumida a diario en Bogotá y proviene de los sistemas de la llanura oriental colombiana que generan la humedad, es decir, de los ‘ríos voladores’. Así lo resaltó el ex director del grupo de investigación del limnología amazónica y del semillero de investigación sobre manejo pesquero y gobernanza ambiental en ríos y humedales amazónicos, quien hizo un llamado de urgencia a detener la deforestación, como una condición para que el bosque tropical amazónico conserve su capacidad de evapotranspiración y los ‘ríos voladores’ puedan seguir surtiendo agua al país y el resto del continente suramericano.

“La pérdida del bosque amazónico es irreparable. Su regeneración natural dura varios siglos. Con lo que hacemos hoy perjudicamos a nuestros hijos y nietos, por eso debemos llegar a una política de cero deforestación”, declaró.

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Lo invitamos a ver el seminario completo.